Portada de TRST, Trust, 2012 |
Recientemente
vi en facebook una publicación tan poco informativa como prometedora, un vídeo
de pocos segundos subido por la cuenta de TR/ST (banda anteriormente conocida
como Trust) en el que se pueden ver lo que parecen ser los cables de un
sintetizador, se escucha música electrónica y se lee el siguiente mensaje: LP3. No
es mucho, pero dirigido a un público concreto, es suficiente para despertar una
serie de expectativas e incluso, por qué no decirlo, para alegrarle a uno el
día.
Imagina
por unos segundos que te encuentras en un cuarto oscuro. Estás desnudo, hace un
calor asfixiante, y no dejas de sudar, conforme avanzas tienes que abrirte paso
entre los cuerpos de otros hombres, no puedes verlos, solo tocarlos, estás
borracho, son las cuatro de la mañana, y ese pavo del que andas locamente
enamorado no ocupa ya ni el más minúsculo de los rincones de tu mente, no está,
como tampoco está el resto de la realidad, ni el miedo, ni el asco, ni el
pudor, ni la culpa. Todo es sueño, deseo, sensación y noche. La realidad no te
interesa, porque está podrida, porque es un asco, porque estás en un puto antro
de mala muerte rodeado de otros perdedores como tú que se refugian en este
gueto improvisado para llevar a cabo todas aquellas prácticas que el resto de
la oh, hipócrita sociedad, rechaza con el terrible peso de la moral. Matas a la
realidad con el placer, destruyes la razón sometiéndote a la ley del deseo, y en
este sueño lúcido eres feliz, eres libre. Pues bien, si traduces esa sensación
a sonidos, podrás aproximarte a lo que es la experiencia de escuchar TRST, el álbum debut del dúo canadiense
Trust.
TRST es un disco muy oscuro, casi
opaco, sucio como él solo y, sin embargo, esconde grandes dosis de la belleza
más sofisticada en prácticamente cada una de las canciones que lo componen.
Entre sus señas de identidad, la más significativa es el timbre de Robert
Alfons, un timbre totalmente distintivo, odioso para algunos, admirable para
otros. Tiene una voz muy nasal con un registro amplísimo, capaz de pasar de los
tonos más graves a los más agudos confiriendo a la música una personalidad
única (sirva de ejemplo el contraste entre las estrofas y el estribillo de Chrissy E). Su voz, a veces monstruosa,
a veces seductora y, la mayor parte del tiempo, ambas cosas la vez; aporta a
todas las canciones un tono sensual y oscuro, personifica la vía del deseo con
todas sus luces y sombras. En el disco hay cabida para la euforia, la
frustración, el delirio y la tristeza, todo ello empaquetado en ambientes
densos de sintetizadores ruidosos y ritmos oscuros.
Lo
grande de este disco es que es como un mal sueño de Lynch, es una vía de escape
de la realidad, un delirio sensual y peligroso, y una visión magnificada de las
emociones hedonistas; el placer y el dolor se unen en no pocas ocasiones
durante la escucha del disco, el hombre queda expuesto a todos sus misterios,
todas sus contradicciones, viaja por su interior mediante el sonido y
experimenta emociones que no podría explicar con la razón. Es terriblemente
imaginativo en sus formas, críptico en sus letras (a menudo ininteligibles),
rico en melodías, y sincero en su conjunto.
Esta es una versión acústica con arreglo para piano de la última canción del disco, Sulk. Merece la pena echarle un vistazo.
Hace
un par de años, Trust se renovó bajo el nombre de TR/ST, se convirtió en el
proyecto personal de Robert Alfons, quedando fuera de él la otra mitad del dúo,
Maya Postepski, y se lanzó Joyland,
el heredero de TRST. Necesitaría otro
post completo para hablar de ese disco, pero puedo adelantaros que no tiene ni
la impronta ni la intensidad de TRST.
La seducción de temas como Bulbform o
The last dregs, la melancolía de Candy walls, la belleza onírica de Heaven, la euforia de Dressed for space… Son niveles difíciles
de alcanzar por obras posteriores. En cualquier caso, la noticia del inminente
lanzamiento de un tercer disco de TR/ST no deja de ser una gran noticia para
cualquier amante de la música, pues la mente que dio a luz a una obra como TRST debe de tener mucho más que
ofrecernos.
Me despido con el vídeo de Heaven, una de las canciones más bonitas del álbum y uno de los mejores videoclips que ha firmado Trust.
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