8/12/16

Crónica del FICC_45

Cartel oficial del FICC_45
Ya va siendo hora de hablar del FICC_45, el Festival Internacional de Cine de Cartagena. Ya son cinco los años que llevo asistiendo, y desde aquel 2012 en que decidí asomarme a aquel festival que anunciaban las paradas de autobuses y salí entusiasmado, cada año conservo esa tonta ilusión de que llegue diciembre para ir a ver las películas del FICC, como unos Reyes Magos adelantados. En estos años he visto ahí algunas de las películas más interesantes que he tenido el placer de ver, películas de diversas nacionalidades, géneros, culturas, sensibilidades, películas que me han servido para ampliar mi visión del ser humano y de la vida. Entre ellas, por citar las mejores de las que he podido ver, se encuentran En kongelig affære (A royal affair), Lore, Submarine, Amour, Quai D'Orsay, Gloria, The Rocket, The broken circle breakdown (Alabama Monroe), Hoje eu quero voltar sozinho (The way he looks), Mommy, Razredni sovražnik (Class Enemy), Ida, Magical girl, Pride, Elser: Er hätte die Welt verändert (Georg Elser), 海街 diary (Our little sister), Mia Madre, Mustang, Trois souvenirs de ma jeunesse (My golden days), Fúsi (Virgin Mountain), The lobster o Anomalisa. Y este año el festival ha traído más películas que añadir a esa lista.

5/12/16

I used to pray like God was listening: Reseña de The devil and God are raging inside me, de Brand New (2006)

Portada de The devil and God..., que representa simbólicamente uno de los temas centrales del disco: la dicotomía del bien (la niña, la pureza, la inocencia) y el mal (los demonios).
Ha llegado la tormenta. Llega en forma de sombra y frío, no hay ojos para recibirla, el silencio es la única respuesta para los que no conocen el cielo. Y da miedo la soledad, da miedo el helado tacto de la nada y el vacío, pero es peor aún el infierno. Desde una perspectiva cristiana, la muerte puede ser algo más terrorífico aún que el simple dejar de existir. El concepto del pecado y de la condena eterna pueden hacer de la existencia un cuchillo sostenido permanentemente sobre el cuello, dispuesto a clavarse en cualquier momento, cada minuto una herida, cada noche un tormento. La vida nunca es completa, siempre termina abruptamente. La muerte es por naturaleza inoportuna, y por ello cada vida es algo inconcluso, una fuente natural de frustración, una rosa que sangra cortada antes de florecer por completo. Y en esa carrera desesperada contra el final ineludible, en esa batalla inútil, buscamos consuelo, buscamos algo de amor con el que refugiarnos del frío, buscamos la manera de eludir un destino terrorífico, buscamos ser felices, pero erramos. Reflejamos en nuestros actos los miedos de los que huimos, y dejamos de amarnos, encontramos placer en herir a los otros, y hacemos de la Tierra un valle de lágrimas, alimentamos al monstruo, y cada noche, solos en la cama, tememos de nuevo que nadie va a salvarnos de nuestros pecados, que ya es demasiado tarde para eludir la condena al infierno. Esta es la perspectiva filosófica en la que se mueve el disco del que vengo a hablar hoy: The devil and God are raging inside me. Bienvenidos a la tierra del sufrimiento.